No veas como una prioridad a quién te ve como una opción
Alguna vez (todos casi sin excepción) nos hemos convertido en aeropuertos: nos ponemos en marcha según una persona entre o salga de nuestras vidas.
¿Puede existir algo más doloroso? Priorizando la vida de otro antes que la tuya. Inconcebible.
Ante esas situaciones, nuestro cuerpo nos avisa: se nos cierra el estómago, no podemos comer, vivimos con una angustia constante en el pecho. Hasta respirar se nos hace un mundo, como si con cada bocanada de aire tragáramos espejos rotos (aquellos que reflejan nuestra realidad pero no queremos ver y nos van quebrando por dentro, nos despedazan).
Existen personas que no dan más de sí, es como pedir a un ladrillo que saque aceite, no se puede, ¡no se puede! No sabe valorarte, es inviable que lo haga.
Tan sencillo como eso y por más que hagas para que lo vea, en su escala de valores y prioridades no estás tú. Tú no eres su “persona café”, no le quitas el sueño: no le importas.
¿Por qué coño sigues insistiendo? Claro, porque con las idas y venidas, crees que realmente hay un interés. MENTIRA.
Se acuerda de ti cada cierto tiempo, cuando no quedan otras opciones (que realmente son las prioritarias) o cuando algo que tú tienes y pueda sacar de ti se convierte en la nueva prioridad. (En cualquiera de los casos, darte cuenta que eres esa segunda opción, constituye en tu mundo el más doloroso de los momentos). La duda sobre tu propia valía se quebranta: te traga la tierra, dudas de todas tus amistades, de tu gente cercana e incluso llegas hasta dudar de ti mismo. Eres las Z de todas las agendas de teléfono.
Ser una opción es una forma de desprecio.
No esperes que alguien con ceguera emocional te vea, no busques su autorización para vivir tu vida. No te quiere, solo te utiliza. No tiene nada que replantearse, tú tienes que cambiar de prioridad, te lo debes. No se puede pedir a quien solo sabe recibir.
No seas un inútil para ser aceptado por inútiles. No te rebajes, no te humilles, deja de arrastrarte como forma de vida a un lado. Seas quien seas, ¡brilla! Como una maldita bombilla de 100 watios. Deshazte de tanta mediocridad.
Cuando perdonamos a quien nos hace daño tratándonos como una opción (bajo su interés oportunista) le estamos diciendo sin palabras “puedes seguir haciéndome daño”.
La culpa no es del otro, es tuya por permitirlo.
Deja de poner puntos suspensivos, pon punto FINAL.
Y llegado ese momento de hastío, de aburrimiento, de hartazgo, de falta de lealtad emocional: es un cansancio que agota emocionalmente sin lugar a dudas.
Por ello debes vivir con la gente que sepa valorarte, que te da el lugar que mereces, que te pone en el centro, que te da espacio en sus vidas y no migajas de mala calidad: tú no debes tener tiempo para quien no te tome en serio, no puedes vivir dudando de ti y de lo que haces constantemente, debes seguir construyendo (lo que ya eres) con la gente que suma y no con la resta. Es impensable tratar con “personas excusa”, las cuales son aquellas que siempre tienen un drama en sus vidas por el que justifican su despectivo trato hacia ti.
Tú debes ser AHORA tu propia prioridad.
No encuentro el autor original de este texto, el cual me parece magistral para finalizar esta reflexión que he querido compartir contigo en forma de post:
«Aprendí que quien no te busca no te extraña y quien no te extraña, no te quiere. Que la vida decide quién entra en tu vida, pero tú decides quien se queda. Que la verdad duele una sola vez y la mentira duele para siempre. Por eso valora a quien te valora, y no trates como prioridad a quien te trata como una opción. Aprendí que grandes amigos pueden volverse grandes desconocidos y que desconocidos pueden volverse mejores amigos. Que nunca terminamos de conocer a una persona, que el «nunca más» nunca se cumple y que el «para siempre» siempre termina.»
Expulsar al delincuente emocional de tu vida: Esa es tu prioridad ahora.
Fotografía: @aaronleon_ph
Cuando compartimos, mejoramos todos.
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Una sociedad herida
¿Has reflexionado últimamente sobre lo que sucede a tu alrededor? En lo que sucede en el mundo, en lo que nos rodea, en lo que uno mismo vive. Creo que estamos en una sociedad herida.
Compañeros, amigos, familiares e incluso hasta uno mismo, nos hemos convertido en gente intoxicada, no sabemos querer, no respetamos, no escuchamos, no nos escuchamos, convertimos todo nuestro alrededor en objetos de nuestro interés, tienen que estar disponibles cuando queramos y en nuestras condiciones, ¿qué coño nos está pasando? ¿Eso es amistad? ¿Eso es la empatía del ser humano?
No nos prestamos atención real.
Invertimos mucho, muchísimo tiempo en proyectar una imagen positiva, que no digo que no sea bueno compartir lo positivo que tenga uno que aportar al mundo. A lo que me refiero a inventar y proyectar un personaje de Pixar o Disney que no eres.
No hay coherencia, no hay equilibrio emocional, vamos como pollos sin cabeza. Satisfaciendo nuestro ego, pero no nuestro lado humano. Se ha expandido como la pólvora una máxima: Si no triunfamos, no somos nadie.
¡Qué precio tan alto estamos pagando!
Malvivimos confundidos, perturbados, inseguros, desconfiados y por ende, hacemos lo mismo con todo aquel que se nos acerca. Descargamos nuestras frustraciones en ellos, como si de cualquier vulgar retrete se tratara. Triste.
Necesitamos ser dependientes y ya ni siquiera por amor, sino por egoísmo.
«Toda ciencia viene del dolor. El dolor busca siempre la causa de las cosas, mientras que el bienestar se inclina a estar quieto y a no volver la mirada atrás.»
Stefan Zweig
Y como consecuencia (o incluso como causa): la acumulación de pequeñas frustraciones, las cuales no hemos sabido, ni nadie nos ha enseñado a gestionarlas de manera correcta. Escondemos las emociones, de hecho, no enseñan a hacerlo: “niño, no llores, eso es de niñas”, “niña, compórtate, que eres una señorita”. Y así sucesivamente te podría dar un recital de todo lo que recuerdo de peque.
Ahora con las redes sociales y el mundo digitalizado en el que vivimos, todo esto se ha MULTIPLICADO por mil, basamos nuestra autoestima y nuestro ego en tapar miedos, carencias y debilidades con reconocimiento externo, con «yo soy más que tú», con mejores coches, mejores trabajos, mejores vacaciones y viajes, mejores “fotones”, mejores marcas deportivas, mejores patrocionios… ¿Te suena de algo? Buscamos la admiración de los demás porque queremos que nos respeten.
Cuando, en realidad, ni de coña nos respetamos nosotros mismos.
Creo que ya es hora de dejar los prejuicios y CONOCERNOS, tomar un café con nosotros mismos, reconocer esa parte tóxica, herida y problemática que todos tenemos y aceptarla. Dejar de cargar a los demás, sobre todo a aquellos que nos quieren y nos hacen bien, con nuestras frustraciones.
Imbécil, también puede volverse uno mismo, porque tú y yo somos parte de esta sociedad herida, rota, quebrada, por la incapacidad de no saber nadar a contracorriente y dejarse llevar por esa marea que nos revuelca y envenena, por no ver que a veces los demás no nos hacen daños más allá del poder que nosotros le demos, que no somos víctimas ni verdugos de un plan cósmico, que somos corresponsables de lo que nos sucede.
No es lo que pasa a nuestro alrededor, lo que nos hacen, es lo que decidimos sentir con lo que nos dan.
Hace tiempo me encontré con este texto que a mí me maravilló:
Cuando los japoneses reparan objetos rotos, enaltecen la zona dañada rellenando las grietas con oro. Ellos creen que cuando algo ha sufrido un daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso.
El arte tradicional japonés de la reparación de la cerámica rota con un adhesivo fuerte, rociado, luego, con polvo de oro, se llama Kintsugi.
El resultado es que la cerámica no sólo queda reparada sino que es aún más fuerte que la original. En lugar de tratar de ocultar los defectos y grietas, estos se acentúan y celebran, ya que ahora se han convertido en la parte más fuerte de la pieza.
Kintsukuroi es el término japonés que designa al arte de reparar con laca de oro o plata, entendiendo que el objeto es más bello por haber estado roto.
Llevemos esta imagen al terreno de lo humano, al mundo del contacto con los seres que amamos y que, a veces, lastimamos o nos lastiman.
¡Cuán importante resulta el enmendar!
Cuánto, también, el entender que los vínculos lastimados y nuestro corazon maltrecho, pueden repararse con los hilos dorados del amor, y volverse más fuertes.
La idea es que cuando algo valioso se quiebra, una gran estrategia a seguir es no ocultar su fragilidad ni su imperfección, y repararlo con algo que haga las veces de oro: fortaleza, servicio, virtud…
La prueba de la imperfección y la fragilidad, pero también de la resiliencia —la capacidad de recuperarse— son dignas de llevarse en alto
Nos deberíamos preocupar en destacar y hacer bello aquellas zonas frágiles de nosotros y no intentar destacar por encima de todo y de todos; (aunque digas que lo haces por autosuperarte, sabes que mientes).
Cuando compartimos, mejoramos todos.
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NO te des por vencido
No te des por vencido: A veces jugamos la partida a medias, no utilizamos todas nuestras cartas, por miedos, por frustraciones. Otras veces abandonamos la partida, porque no creemos en nosotros mismos o porque nos fijamos demasiado en las opiniones externas, de un entorno que no es el adecuado, el cual no nos deja desarrollar nuestro potencial.
Otras veces, creer en uno pasa por aceptarse con sus carencias y a pesar de éstas, seguir adelante. Un error es una oportunidad de cambio. Confío en que podemos ser una mejor versión, todos nosotros, no me cabe la menor duda.
No podemos vivir conformándonos diciendo «es que yo soy así». La arrogancia es cobardía camuflada. Hay que dejar de ser cobardes para hacer las cosas de frente, por ti, por los demás.
Hay que dejar de tener miedo al dolor, miedo al miedo, a fracasar (los fracasos en cierta medida son en realidad son nuestros grandes maestros), al rechazo, a que te vuelvan a herir, a que te decepcionen estrepitosamente, a volver a confiar. NO se puede dejar de ser uno mismo, a pesar de todo lo que suceda. Enfrentarse a todo lo que se ponga por delante, con dos narices, sólo se puede aprender lo fuerte que uno es, cuando ser fuerte es la única opción que tienes.
Lo importante es no rendirse nunca, agradecer lo aprendido, dar un giro a los que nos sucede, empezar de nuevo y repetirlo todas las jodidas veces que hagan falta.
Te dejas vencer cuando no crees en ti mismo y eso, eso es el verdadero fracaso: no creer en uno mismo.
Si actuamos o pensamos teniendo en cuenta el miedo, nos acercamos más a esas sombras que nos asustan. Es decir, le damos poder a todo aquello de lo que hablamos, en lo que nos enfocamos, lo hacemos más grande (sea lo que sea, en este caso el miedo, pero podría ser la confianza).
Por lo tanto, si tenemos en cuenta nuestros temores, los hacemos más grandes. ¿Por qué no probamos a tener más en cuenta nuestra fuerza y no darnos por vencidos?
No dejes que te arrebaten tu luz, porque tú estás aquí para brillar.
Cuando compartimos, mejoramos todos.
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No salgas con un cobarde
No, no salgas con esas personas, te destruyen, te desgastan, acaban con todo lo que habita en ti… Puedes terminar desolado.
Esas personas que nos funden la energía, que una semana nos suben a un pedestal, luego nos destruyen para luego intentar resucitarnos y acabar haciéndonos añicos de nuevo. Escribo este post parafraseando el título del amigo Pablo Arribas y su grandioso post «Sal con un Valiente», no hagas lo contrario: no salgas con un cobarde.
Nos vampirizan, a los que idealizamos e idolatramos tanto que nos volvemos compulsivos idiotizados hasta que nos destruyen. Personas veneno que no llevan incorporado un antídoto. Cuando juegas con un cobarde, no hay tiempo de descuento, es un partido que tienes destinado a perder.
Nos intoxican, nos enganchan como cosa mala, nos anulan, nos chiflan de la cabeza tanto que perdemos el control, perdemos el poder que tenemos sobre nosotros, sobre nuestra vida. Recientemente un buen amigo me contaba “las personas debemos recuperar nuestro PODER, la fuerza que nos hace elegir, tomar el mando. Desde ahí todas nuestras decisiones será a favor nuestro”. Eso es: vaciar las mochilas cargadas de pedruscos que no nos dejan fluir, ser, crecer, expandirnos, volar.
Aquellas personas con las que pensamos que nunca tropezaremos, vas y te caes de bruces. Menuda experiencia quizás, pero qué alto es el precio emocional a pagar. A todas luces no sale rentable. Pon en un balanza la historia y me cuentas el desgaste, las guerras que tendrás que lidiar, los reproches, el miedo de vivir con la desconfianza. Vivir y caminar con los ojos vendados y no tener a nadie que te sujete del hombro para caminar. Triste.
La vida es demasiado corta como para estar en guerra con uno mismo.
Seres rencorosos, arrogantes, déspotas, ególatras que viven mirándose en el espejo de su vanidad. Enmascarados que no son héroes, sino villanos que vienen a capturar tu autoestima, tu energía, tu solidez, tu estabilidad emocional, tus sueños, tu magia.
TÚ mereces a una persona que te quiera con todo y con nada, con tu cara lavada o incluso sin lavar y el pelo hecho un cuadro. Alguien que te encienda y no deje que te apagues, que te haga sentir seguro, que puedas caminar confiado y sin miedos. Alguien que vive, baila, corre, salta, sueña, respira… Junto a ti. Alguien que se ría a carcajada limpia con tus cosas, con tus pedradas, con tus ocurrencias. Alguien que se lance en paracaídas contigo con los ojos cerrados porque cree en ti. Alguien que sea auténtico, de verdad, transparente, sin doble moral, ni doble vara de medir. Alguien libre y que a la vez ame tu libertad, que te apoye cuando no tengas fuerzas para seguir adelante, que esté ahí esperándote cuando nadie más lo está. Alguien a quien admires y que te admire. Alguien que te mire a los ojos y te hable, sin siquiera abrir la boca. Lo peor que te puede pasar es vivir rodeado de gente, y sentirte solo. Mereces alguien que te remueva la ilusión de estar vivo. Mereces alguien que no sea un cobarde.
Aún así, solo nos queda algo que un cobarde nunca se podrá llevar, nuestra dignidad.
Discurso* para un cobarde:
Disculpa, ¿eres un cobarde y no sabes querer?
No te preocupes, que ya lo hago yo. Me voy por la puerta, cierro del todo, y por favor no me mandes un whatsApp, no seas tan mediocre, ya no hace falta que hablemos. Y mucho menos se te ocurra buscarme, ni me insistas, ni tampoco intentes desestabilizarme porque tu sentimiento de culpabilidad (que no tu amor hacia mí) te haga sentir triste.
Tú has querido que tome este camino, pero yo he decidido elegirlo.
No me interrumpas, ni intentes decirme que estoy loco, ni echarme encima tus inseguridades y miedos, son tuyos, no míos. No puedo estar pendiente de ti ahora, porque ahora tengo que estar pendiente de mí.
No soy indiferente hacia ti por joderte, lo hago por quererme. No quiero hacerte daño con mis palabras, ni con mis gestos para que tal vez te acerques, lo estoy haciendo para acercarme más a mí mismo. No me gustan los cobardes.
No, cariño, no. Mi vida sin ti es por mí, no por ti.
(Texto customizado de su autor original: Carlos Burgos).
Nadie puede entregar amor, amistad, nobleza y cariño si carece de todo eso hacia sí mismo.
Es necesario saber decir adiós a esa persona desde el corazón, aunque tengas que verla a diario, te compensa, te beneficia, te reubica. Terminas la guerra, ganas la batalla.
En la vida hay ciertas cosas que duelen mucho, que a uno lo rompen en mil pedazos, en esos momentos te quedas devastado, sin energía, perdido. Salir con un cobarde es el detonante de esos momentos.
Quizás eso que nos pasa nos sucede para descubrir quienes somos realmente, encontrarnos, o tal vez para darnos un bofetón y salir del letargo en el que estamos y darnos cuenta de la persona que tenemos delante. Pero que te hayas topado con un cobarde no sea la excusa para volver a hacer de tu vida algo grande.
Quédate con los que piensan que lo que se hace con el corazón, llega al corazón.
Hazme caso, no salgas con un cobarde.
Cuando compartimos, mejoramos todos.
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Cenizas
Cenizas.
Están las que quedan tras destruir todo a su paso: un incendio como le pasó la vivienda de un familiar hace unos meses, casas que quedan destrozadas y hay que reconstruir (con lo que quede o lo que falte), o por ejemplo bosques gigantescos de los cuales ya no queda ni una retama, en los cuales se deben plantar nuevos árboles y además protegerlos para que no vuelva a pasar.
Pero luego están las cenizas que quedan y que curan, las que sanan, las que purifican, las existen porque tienen que terminar con todo lo malo, para que puedas comenzar de nuevo. Aquellas cenizas sobre las que nos reconstruimos, más fuertes, más duros, más grandes, mejores.
Confío y sé que todos siempre tenemos la oportunidad de volver a empezar. Las veces que haga falta.
«Disfrutar del tiempo que nos toque vivir, del aquí y el ahora. No malgastarlo y hacer con él, algo valioso.»
Cuando las personas se sienten bien tratadas, responden del mismo modo; por el contrario, un comportamiento inadecuado suele desencadenar de forma directa o indirecta en un efecto negativo. Cuelga en la percha del olvido emociones como el rencor, la rabia o la envidia, hacen más daño al que las lleva encima, que al que van dirigidas. En cambio, perdonar sana y te libera de mochilas que no son tuyas, son suyas.
«No consentir jamás que te hagan sentir que no eres válido. Nadie puede hacerte sentir inferior sin tú consentimiento. Reclama lo que vales.»
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Seguir corriendo
No importa lo lento que seas hoy, o si lo fuiste en las clases de gimnasia del cole o del instituto, o por el contrario que a día de hoy seas la mujer o el hombre más rápido del mundo.
Todo el mundo corre a diario, cada día, a todas horas, por todo el planeta. Unos los hacen por deporte, otros por afición, otros a nivel profesional y otros por distracción.
Estar vivo significa correr, tal vez estemos huyendo de algo, yendo en dirección en búsqueda de algo… O de alguien. Y no importa lo tremendamente rápido que seas. Hay ciertas cosas que no puedes dejar atrás, porque algunas de ellas, terminan alcanzándote.
Siempre.
Creemos que ser rápidos nos hace la vida más fácil, porque logramos esquivar lo que no queremos, lo que no nos interesa, lo que nos hace daño, lo que queremos ocultar…
Creemos que tenemos fuerza sobrenatural, que podemos con todo… En cierto modo es así. Pero no son las marcas, los trofeos, las medallas o lo premios, no son tampoco las “grandes gestas” las que nos hacen buenos o malos, es lo que hacemos diariamente lo que nos define.
Creemos que podemos dejar atrás casi cualquier cosa, pero resulta que hay algo que no podemos dejar atrás: el dolor. El dolor viene con nosotros, por mucho que corramos, anclado a nuestro corazón, navegando por nuestra mente.
(Vale, visto así, la vida parece a veces un poco putada.)
Pero creo que la vida también es apasionadamente bonita, bella, dulce, preciosa y absolutamente extraordinaria.
Porque ese jodido dolor que sientes también puede ser tu motor:
Ese dolor por una lesión que te impidió seguir adelante, puede convertirse en tu motivo para terminar algo que no pudo ser.
Ese dolor por la traición de alguien a quién quisiste mucho, puede transformarse en la fuerza para creer más en uno mismo.
Ese dolor al perder a un ser querido, puede convertirse en fuerza para homenajearlo.
Ese dolor al saber que te has equivocado, que has metido la pata, que te sientes frustrado y no sabes cómo solucionarlo, puede transformar el orgullo en paz.
Ese dolor al encontrarte perdido, tras un tiempo sin trabajo, sin saber qué hacer con tu vida, o al estar en un lugar donde no perteneces, en un trabajo del que estás hasta las narices, o de un entorno que no te favorece…
No hay luz sin oscuridad.
TODO ese dolor puede convertirse en tu motor para seguir corriendo, para seguir luchando, para reconvertir todo eso en energía productiva: que sane, que cure, que construya nuevos lazos, nuevos aprendizajes… Que te reconcilie contigo mismo y con los demás.
Así que la única forma que tenemos de honrarnos a nosotros mismos, a los demás, de dejar nuestro mejor legado, nuestra intención de mejorar, de ser mejores padres, mejores madres, mejores amigos, amigas, de ser mejores en todo los que nos proponemos, de ser nuestra mejor versión, mejores personas. Lo mejor que podemos hacer es:
seguir corriendo.

Encuentra tu motivo para «seguir corriendo»
PD. Mi más sincera felicitación a todos esos participantes de este pasado fin de semana en la TransGranCanaria 2015, en las diferentes modalidades, a los que continuaron, a los que se tuvieron que quedar atrás, a los que la especial climatología (calima) les jugó una mala pasada. ¡A TODOS!
Pues sólo el hecho de haber tenido la actitud de participar, ¡merecen toda mi admiración! A mis amigos, a los que pude ver, a los que no pude porque participaban en diferentes modalidades, a desconocidos que se pararon a hablar conmigo tirados en la escalera del edificio Expomeloneras y contarme su experiencia…
Vuestra forma de ser, vuestra forma de correr, es lo que mueve el mundo.
Alguien dijo que somos nuestros sueños, que si no soñamos estamos muertos. – Kilian Jornet
Summits of My Life – Origins Trailer from Summits of My Life on Vimeo.
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Renuncio
Renuncio, me despido, revoco la decisión que una vez tomé, rescindo el contrato, porque tengo la libertad para hacerlo y porque me da la reverenda gana, la libertad de elección es lo que nos condiciona y a la vez nos hace libres.
Puede que hoy tenga un día tonto, o tal vez no, puede que sea lo más inteligente que haya hecho hace tiempo. NO podemos vivir constantemente con lastres del pasado, viviendo de rentas, de alquileres que no han renovado su contrato, de plantas que un día fueron acertadamente regadas pero que luego con el paso del tiempo se dejó de hacer; (no te extrañes que ahora el jardín esté seco).
No creo que sea un día tonto, al contrario, creo que es un día liberador. SOLTAMOS aquello que nos pesa, nos lastima… Una carga a la que nos aferramos por miedos, por inseguridades, por culpabilidades erróneas. Recientemente un amigo me comentaba: “Alex, cuando expresé mis emociones me sentí liberado, lo solté, me desprendí.” Creo que justamente eso es enormemente poderoso: soltar.
Sólo tenemos un corazón y tenemos que serle fiel.
Renunciar, soltar, romper… Decimos rompemos a llorar, romper con un pasado, romper una relación laboral, romper con tu pareja, con un amigo, familias que se rompen… A veces necesitamos rompernos, hacernos trizas para poder empezar de nuevo; estoy seguro que eso nuevo que construimos a partir de los pedazos que quedan de nosotros, es más bonito, porque ya tenemos una experiencia para (re)construir mejor, con mejores materiales, mejores cimientos, un techo mejor que nos cobije, unas paredes que nos abriguen del calor y nos protejan de los vándalos que, como siempre, vendrán.
Renuncio, si, porque es necesario, romper para reconstruir, te liberas y te encuentras, me libero y me encuentro, ¿y dónde estabas? No lo sé, pero ahora sí.
¿Sabes qué? El corazón sigue latiendo aunque esté roto. Aunque te lo partan, aunque te lo hagan pedazos, ¡recuerda que no dejas de latir!
Renuncio a vivir a medias, a que me den un abrazo a medias, ¡no coño!, a mi me partes las costillas si es necesario pero me abrazas con fuerza desde el corazón, no con una palmadita cumplidora, si estás aquí, estás con todo el equipaje, no tengas la mitad en tu trabajo, una cuarta parte el bosque encantado y la otra en el reino de OZ, que no, que esto no es “Once Upon a Time”.
Esto es la vida real.
Renuncio a las limosnas, a justificar, a pensar que los demás tienen más obligaciones que yo, si yo puedo, tú puedes, si tienes ganas, encuentras la forma (el resto son excusas que nos ponemos, en cambio para lo que nos interesa, seguro que buscamos tiempo). Renuncio a las gafas empañadas, esas que usas por intentar no ver los verdaderos intereses de aquellos que te duelen. Me las quito, las retiro, me las arranco, quiero VER.
A veces las máscaras, en vez de ser máscaras… Son bozales, (es preferible dejárselas puestas).
Renuncio a las personas amargadas, a los que ven lo negativo y no ensalzan lo positivo, que se centran en no ver la solución y sólo ver el problema, a las relaciones altamente tóxicas, a los victimistas, a la gente dramática que magnifica y lo convierte todo en un «Diario de Patricia», a los que se ahogan en un vaso de agua, (usualmente vas a quitarles el vaso de agua y te das cuenta que lo tienen agarrado con fuerza, no se puede ayudar a quién no quiere ser ayudado), ¡ahógate tú!. Renuncio a los intolerantes, a los inflexibles, a los que no soportan una crítica porque su ego se lo impide y su prepotencia les hace no ver y no valorar las cosas como son, en su justa medida.
Renuncio a la gente imbécil, porque serlo es una elección: ser un imbécil es algo que un imbécil decidió ser en un momento dado.
Persona que no da y cuchillo que no corta, ni lo quiero ni me importa.
“Mi abuela.”
Renuncio a la falta de compromiso; ¿cómo puedes montar una startup y que sólo se comprometa uno de los socios? ¿Cómo se puede trabajar con una empresa o con alguien que no se compromete o no acepta críticas? ¿Es eso es viable? ¿Quién tiene el problema? ¿Quién es el inútil?
Renuncio a las corazas, a los comportamientos irascibles, a los que están a la defensiva, a los incoherentes, a los mezquinos descorazonados, faltos de razón, (o con razón a medias que creen que es la única), renuncio a ser mediocre para ser aceptado por mediocres, por malagradecidos, renuncio a las relaciones-migaja.
Renuncio a los desprecios, a la desfachatez, a la ruindad, a la gente malagradecida, a la poca vergüenza, a los apagaluces, a los desconsiderados, a los imbéciles emocionales, a la falta de miras (o a la falta de cambiarse unas gafas empañadas).
Renuncio a estallar en lágrimas, prefiero estallar en sonrisas.
Me merezco un final feliz, NOS merecemos un final feliz todos.
Me quedo CONTIGO, porque crees en mí.
Me quedo CONMIGO, porque creo en mí.
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Borja Vilaseca – Escritor y Conferenciante
Hoy en el espacio “Conociendo Marcas Personales”, te presento a:
Borja Vilaseca
En un “tweet”: Proactivo, resiliente, con ideas brillantes y gran capacidad de oratoria. 5 minutos con él se convierten en horas.
Descubre en 17 minutos a Borja en “Conociendo Marcas Personales”:
Así se describe en su perfil oficial:
Creo profundamente en el poder de la palabra como instrumento para la transformación individual y colectiva. Como conferenciante disfruto particularmente dando charlas en España y Latinoamérica el marco de la psicología, la filosofía y la economía con la intención de inspirar un nuevo paradigma en la sociedad. Y me he comprometido a dedicar el resto de mi vida a seguir comunicando con pasión y autenticidad.
Me encanta escribir con la intención de aportar información útil y de valor. Como escritor he publicado cuatro libros: el manual de introducción al Eneagrama Encantado de conocerme;la fábula de desarrollo personal El Principito se pone la corbata, el ensayo filosófico El sinsentido común y el ensayo económico Qué harías si no tuvieras miedo. Parte de mi obra literaria ya está traduciada y publicada en 13 países.
GRACIAS Borja por conceder esta entrevista para ¡Qué te Parece!, por tu predisposición y ganas de compartir, ¡un placer!
Contactar con Borja Vilaseca:
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Te digo que NO
Llega un momento en tu vida, en el que tarde o temprano debes decirlo, lo necesitas, lo andabas buscando.
Sientes que debes pero no puedes, tienes miedo y aún así algo en tu interior te dice: reconcíliate contigo mismo, escúchame, soy tu intuición… ¡Dile que no!
Y así es que:
- Te digo que no. Y no te lo digo por orgullo o por soberbia, te lo digo por dignidad, la suficiente dignidad para no dejar que tú ni nadie me humille o me haga sentir que soy menos.
- Te digo que no, porque me da la gana, porque no eres nadie para manipularme, someterme, dirigirme o pretender tenerme bajo el yugo del miedo.
- Te digo que no, porque soy fiel a mi mismo, a mis creeencias, a mis valores, a mi corazón. Si, desde el corazón… ¿Conoces ese lugar? Desde ese mismo te digo que no.
- Te digo que no, porque no me mereces. NO has sabido ganar mi cariño, mi afecto, mi amor, mi comprensión, mi lealtad.
- Te digo que no, porque no he venido a este mundo a sufrir, ni a ser el esclavo de nada ni de nadie porque todos somos iguales.
- Te digo que no, porque antes te decía que SI pero tú no supiste valorarlo, apreciarlo, cuidarlo, mantenerlo, cultivarlo.
- Te digo que no, porque lo valgo y punto. Porque me quiero, me acepto y me respeto.
- Te digo que no, porque soy libre de elegir al igual que lo somos todos. Los buenos vallados, hacen a los buenos vecinos. Desde tu libre albedrío también está el mío.
- Te digo que no, porque tu nivel de amistad, de amor, de compañerismo no me merece, no eres transparente.. Eres oscuro, opaco, gris, tóxico.
- Te digo que no, porque yo quiero estar al lado de gente de bien, de corazón puro y con alma sana, gente con emociones equilibradas, que me hagan brillar, que me hagan sentir, la gente verdaderamente grande te hace sentir grande a ti también.
- Y no te digo que NO por herirte, ni por humillarte, ni tan siquiera por hacerme valer…. Te digo que no porque yo sé quién soy y eso es tener criterio, coherencia, congruencia, valores, lealtad, firmeza… Eso es tener marca personal.
“A veces decir NO te puede hacer parecer antipático, pero es la palabra mágica para ser efectivo, productivo y feliz”. – Virginio Gallardo.
Be sociable, share!
Comparte y reparte, sé un ser social 😉
Photo Credit: CondéNastTraveler
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Reconecta tras el verano
«Reconecta»; esa era justamente la propuesta que esta mañana hice en mi perfil personal de facebook, en el cual poco a poco retomo la actividad de conexión (de la cual uno nunca desconecta, de ahí lo de reconectar). Justamente esa es mi moraleja de este verano, que en la era digital en la que nos encontramos todos inmersos, nunca llegamos a desconectar del todo, algo muy positivo para la comunicación, pero negativo por el estrés que provoca el estar continuamente conectado y su consecuente infoxicación.
Me quedo principalmente con 2 aprendizajes:
- Encontrar el punto de equilibrio necesario entre lo digital y lo no digital, entre online y offline, así como reorganizarse de tal manera que puedes comerte todos aquellos sueños y proyectos, evitando que éstos sean los que te coman a ti. Ya decía con mucha sabiduría mi abuela: “no te eches más en el plato de lo que te puedas comer”.
- Nunca llueve al gusto de todos, al igual pasa con el vecino de al lado. Aquellos que creemos fieles y leales, no lo son tanto más que a si mismos. ¿Cómo ver la parte positiva en esto? Que si es persona/momento/lugar/cosa no es lo suficientemente tóxico para tu vida, disfruta de su parte buena (que seguro la tendrá) de la parte que te aporte, que sume y pon distancia a todo aquello que te quite fuerzas y energías. Según el post del libro gente tóxica, sobre todo mantén lejos: a los lobos con piel de cordero, los victimistas y sobre todo a los negativos nivel experto, como le suelo decir a un amigo: «con esos es que no puedo».
Además, de mis diferentes lecturas he sacado unos cuantos puntos que a mi (y espero que a ti) me servirán para re-conectar en esta nueva temporada que viene cargada de nuevos sueños y proyectos. Aquí van:
Mantén tu centro existencial: Esto no significa que seas un muro de hormigón armado, duro e indestructible, quiero decir que busques la coherencia en todo lo que haces pero sin perder de norte tu centro, tu núcleo. Tu forma de ser, pensar y actuar deben ser congruentes con el entorno, pero también contigo mismo, y esto es algo que normalmente no tenemos en cuenta, ya que siempre nos ponemos en último lugar para agradar a los demás. Tú no eres una cometa que donde va el viento, allá que vas tú. Debes tener tus propias convicciones pero a la vez tener la flexibilidad de replantearte todo, sin que ello te haga perder tu camino ni desestabilice tus emociones.
NO a la dispersión y procrastinación: La solución más práctica es hacer una sola cosa a la vez, desactivando todo lo demás. Esto es en todas las areas y en todos lo sentidos, una persona puede ser multitarea, pero lo que no puedes tener es “multiatención” y cuando estás en todo, al final no estás a nada. No cedas ante la inercia de posponer, sé estricto con tu misión y proyecto, tenemos tantos planes que no nos centramos por lo que luego llegan las lamentaciones.
“El cazador que acecha a dos conejos, no atrapa ninguno”. Proverbio Zen.
Evita las preocupaciones, miedos, estados de ansiedad: Hay que tomarse los acontecimientos con calma, siempre lo digo, las cosas son como son, somos nosotros los que damos a “algo” la connotación de bueno o malo, por lo tanto, relativizar y entender que debemos reprogramar nuestra vida para no caer en un estrés excesivo. Desactivar el piloto automático y poner el manual, ese del que somos conscientes de lo que decimos, hacemos y vivimos este en línea con nuestra misión.
“Hoy es el mañana por el que el ayer te preocupabas”.
Potencia tus talentos naturales: Busca la manera de dedicar un tiempo (si es que no lo haces actualmente) a aquello que de forma innata sabes hacer bien, tu pasión, aquello que te entusiasma hacer y pierdes horas y horas sin que te des cuenta. Eso es tu “talento natural”, aquello con lo que te sientes realizado. Puede que seas conserje en la recepción de un hotel porque necesitas ese dinero para vivir, pero ello no impide que busques la forma de que, en tu tiempo libre dedicarlo a aquello que te impulsa y te carga las pilas de forma natural, ya sabes, tu equilibrio.
Pon freno a tu pesimismo interno y al ajeno: Céntrate en la soluciones y no en el problema, no des vueltas a los asuntos. Pasa a OCUPARTE, en vez de pre-ocuparte. Si algo tiene solución, ¿para qué preocuparse? Y si no la tiene, ¿para que preocuparse también? Haz una criba mensual (en serio, mensual) de toda aquella gente que te intoxica y que resta en tu vida, es una de las mejores prácticas que tengo en mi vida. Evita el análisis excesivo, practica la gratitud (algo que usualmente olvidamos y creemos que todo no es dado, por arte de magia!). El optimismo, aunque no lo creas, es un hábito y se aprende con práctica.
“El campo de la conciencia es diminuto. Sólo acepta un problema a la vez”. Antoine de Saint-Exupéry
Aprende a amar en todos los sentidos: No hablo exclusivamente de la pareja, hablo del amor en todos lo sentidos: amigos, pareja, familia, compañeros. Un amor descontaminado es un amor sano, equilibrado, no-tóxico. Que suma y es funcional. Y todo lo que es funcional en un área de tu vida, redunda en todas los demás ámbitos.
Lucha por tus ideas vitales: Principios y valores, aquellos intrínsecos de tu ser, lo que verdaderamente es importante para ti. Aquello que te motiva y respetas, son todas aquellas cosas que marcan límites saludables entre tú y el mundo que te rodea.
Habla con tu notario interno: Escúchale y pide una nueva tasación, retoma aquellos hábitos que hacen que tu autoestima esté equilibrada, cuidándote. Todos tenemos un motor de crecimiento interno, en constante desarrollo, como tal, requiere de tareas de mantenimiento las cuales pasan por autorresponsabilizarse de uno mismo y administrarse adecuadamente en nuestras carencias y potencialidades, reconociendo con humildad tantos unas como otras.
“El amor propio es el origen de la ética personal que nos indica cómo hemos de vivir”. W.Riso
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Photo Credit: CondéNastTraveler
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¡Qué te Parece! Programa18 La Alpispa; hablamos con: Lavin Luis
Sección del Blog, dentro del programa La Alpispa de Canarias Radio La Autonómica, con la periodista María Doménech.
Programa18 ¡Qué te Parece! con una entrevista a un jovenzuelo emprendedor: Lavin Luis.
Nombrado como la 2ª mente joven más brillante de España por Adecco, veremos un poco de su trayectoria: emprendedor, mentor, creador de apps, informático. Lavin es alguien que sorprende por su juventud e historia.
Conozcamos algo más sobre él en el programa.
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