Renuncio, me despido, revoco la decisión que una vez tomé, rescindo el contrato, porque tengo la libertad para hacerlo y porque me da la reverenda gana, la libertad de elección es lo que nos condiciona y a la vez nos hace libres.
Puede que hoy tenga un día tonto, o tal vez no, puede que sea lo más inteligente que haya hecho hace tiempo. NO podemos vivir constantemente con lastres del pasado, viviendo de rentas, de alquileres que no han renovado su contrato, de plantas que un día fueron acertadamente regadas pero que luego con el paso del tiempo se dejó de hacer; (no te extrañes que ahora el jardín esté seco).
No creo que sea un día tonto, al contrario, creo que es un día liberador. SOLTAMOS aquello que nos pesa, nos lastima… Una carga a la que nos aferramos por miedos, por inseguridades, por culpabilidades erróneas. Recientemente un amigo me comentaba: “Alex, cuando expresé mis emociones me sentí liberado, lo solté, me desprendí.” Creo que justamente eso es enormemente poderoso: soltar.
Sólo tenemos un corazón y tenemos que serle fiel.
Renunciar, soltar, romper… Decimos rompemos a llorar, romper con un pasado, romper una relación laboral, romper con tu pareja, con un amigo, familias que se rompen… A veces necesitamos rompernos, hacernos trizas para poder empezar de nuevo; estoy seguro que eso nuevo que construimos a partir de los pedazos que quedan de nosotros, es más bonito, porque ya tenemos una experiencia para (re)construir mejor, con mejores materiales, mejores cimientos, un techo mejor que nos cobije, unas paredes que nos abriguen del calor y nos protejan de los vándalos que, como siempre, vendrán.
Renuncio, si, porque es necesario, romper para reconstruir, te liberas y te encuentras, me libero y me encuentro, ¿y dónde estabas? No lo sé, pero ahora sí.
¿Sabes qué? El corazón sigue latiendo aunque esté roto. Aunque te lo partan, aunque te lo hagan pedazos, ¡recuerda que no dejas de latir!
Renuncio a vivir a medias, a que me den un abrazo a medias, ¡no coño!, a mi me partes las costillas si es necesario pero me abrazas con fuerza desde el corazón, no con una palmadita cumplidora, si estás aquí, estás con todo el equipaje, no tengas la mitad en tu trabajo, una cuarta parte el bosque encantado y la otra en el reino de OZ, que no, que esto no es “Once Upon a Time”.
Esto es la vida real.
Renuncio a las limosnas, a justificar, a pensar que los demás tienen más obligaciones que yo, si yo puedo, tú puedes, si tienes ganas, encuentras la forma (el resto son excusas que nos ponemos, en cambio para lo que nos interesa, seguro que buscamos tiempo). Renuncio a las gafas empañadas, esas que usas por intentar no ver los verdaderos intereses de aquellos que te duelen. Me las quito, las retiro, me las arranco, quiero VER.
A veces las máscaras, en vez de ser máscaras… Son bozales, (es preferible dejárselas puestas).
Renuncio a las personas amargadas, a los que ven lo negativo y no ensalzan lo positivo, que se centran en no ver la solución y sólo ver el problema, a las relaciones altamente tóxicas, a los victimistas, a la gente dramática que magnifica y lo convierte todo en un «Diario de Patricia», a los que se ahogan en un vaso de agua, (usualmente vas a quitarles el vaso de agua y te das cuenta que lo tienen agarrado con fuerza, no se puede ayudar a quién no quiere ser ayudado), ¡ahógate tú!. Renuncio a los intolerantes, a los inflexibles, a los que no soportan una crítica porque su ego se lo impide y su prepotencia les hace no ver y no valorar las cosas como son, en su justa medida.
Renuncio a la gente imbécil, porque serlo es una elección: ser un imbécil es algo que un imbécil decidió ser en un momento dado.
Persona que no da y cuchillo que no corta, ni lo quiero ni me importa.
“Mi abuela.”
Renuncio a la falta de compromiso; ¿cómo puedes montar una startup y que sólo se comprometa uno de los socios? ¿Cómo se puede trabajar con una empresa o con alguien que no se compromete o no acepta críticas? ¿Es eso es viable? ¿Quién tiene el problema? ¿Quién es el inútil?
Renuncio a las corazas, a los comportamientos irascibles, a los que están a la defensiva, a los incoherentes, a los mezquinos descorazonados, faltos de razón, (o con razón a medias que creen que es la única), renuncio a ser mediocre para ser aceptado por mediocres, por malagradecidos, renuncio a las relaciones-migaja.
Renuncio a los desprecios, a la desfachatez, a la ruindad, a la gente malagradecida, a la poca vergüenza, a los apagaluces, a los desconsiderados, a los imbéciles emocionales, a la falta de miras (o a la falta de cambiarse unas gafas empañadas).
Renuncio a estallar en lágrimas, prefiero estallar en sonrisas.
Me merezco un final feliz, NOS merecemos un final feliz todos.
Me quedo CONTIGO, porque crees en mí.
Me quedo CONMIGO, porque creo en mí.