Si existen, vivimos relaciones altamente tóxicas, complicadas, enrevesadas; pero no te creas que te estoy hablando del amor de pareja, sexual, íntimo y de matrimonio. Te hablo del amor y las relaciones en todos sus ámbitos.
Recientemente una buen amiga me dijo “yo creo que desde que una relación, sea cual sea, comienza con discusiones, choques y enfados, eso no va a ninguna parte. Las cosas deben fluir por naturaleza, sino fluyen, es que no tienen razón de ser”.
Que verdad más grande.
Para mí, todo esto parte de algo que hemos pasado por alto: nos queremos muy poco, nada o directamente nos queremos mal. Tenemos una carencia mundial y bestial de cariño, de afectos, de expresar lo bueno que tienen los demás y lo que nos aportan, además de que tampoco nos han enseñado a recibirlo, tanto que nos extrañamos cuando lo hacen, cuando dar afecto, tener buenas palabras y alegrarnos por alguien se supone que tiene que ser lo natural.
¿Acaso no te ha pasado aquello de “no le voy a decir eso, no vaya a creer que quiero algo de él/ella” o aquello otro de “buf, si le digo eso, se me va a subir a la chepa y entonces ya no hay quién lo pare”. Sucede, todos los días.
También podemos hablar del lado contrario; ese ego inflado de: “ah mira lo que me ha dicho, la tengo o lo tengo a mis pies”. Sí, también sucede todos los días.
Por no decir aquellos que ni siquiera expresan sus emociones por miedos, egoísmo, soberbia, prejuicios o simplemente porque son imbéciles emocionales, (que de esto último hablaré en otro post).
Creemos que querernos en exceso es autoestima, cuando resulta ser todo lo contrario, es mediocridad. Quererte “en demasía” no es quererte sanamente, es idolatrarte, y como todo ídolo lleva implícito un vacío que le separa del resto y de si mismo, aislado, desconectado.
Luego está el amor del sano, cuando no se es mezquino, es el querer de una madre, un padre, incondicionales. El de un amigo que te quiere aún sabiendo tus partes más oscuras, el que te acepta tal y como eres. Aquellas personas que han hecho de su vida puro equilibrio emocional, una vida que saben vivirla con relaciones en las que la reciprocidad es su día a día.
“El amor crece donde la confianza descansa, y el amor muere donde la confianza es traicionada.”
Luego existen los amores altamente fulgurantes, del que mañana “nos queremos casar”, “queremos estar toda la vida juntos”, de esos que rápido vienen, rápido se van.
Amores enfermos, intoxicados, apegados, inseparables, absolutamente tan entrelazados que cuando los despegas, alguna de las partes se rompen. Se destruyen.
Pero claro, como te quieres tanto y no tienes suficiente con tu querer, sigues aguantando y soportando terquedades, imbecilidades, faltas de respeto y un sinfín de sinrazones en una espiral en la cual tú solito te has metido, “porque tú sabes querer”. Si, claro.
Eso es estar por estar, porque “te has encariñado”… Pero eso no por amor.
Para rematar la faena tenemos las publicaciones en redes sociales de forma insondable, como arma arrojadiza a tu propia incredulidad, intentando engañarte, quieres gritar de cara a la sociedad lo mucho que amas a tu pareja, lo felices que sois, las carantoñas, los selfies, las vacaciones, las muestras de amor en toda su magnitud….
Pero no muestran las cenas cara a cara, donde la conversación es nula y el silencio es el único ruido ambiental que impera.
“Las relaciones se basan en la confianza y una vez que ésta se daña, no hay vuelta atrás.”
No se elije con quién ni cuándo uno se enamora, ni con quién uno comienza una amistad, ni en qué términos se pueden basar cualquier relación, tampoco sabemos en ninguno de los casos cuando termina…
- Pero si se puede decidir qué hacer con tu vida, tener una misión, un sentido, un tú.
- Saber lo que no quieres, para saber lo que si quieres.
- No justificar lo injustificable, lo dañino, las personas que restan.
- Saber que puedes estar sólo, pero que también puedes estar acompañado y que en cualquiera de los casos estarás bien.
- Tener la certeza de que no estás sólo pero aún cuando lo estés, también estarás bien así.
- Saber que debes firmar un contrato de buen amor contigo mismo, con las condiciones que sólo tu pactes.
Sabes que puedes hacerlo y conseguirlo.
¡¡Quiérete, joder!!
¡¡BRAVO, BRAVÍSIMO!! Entre lágrimas te doy la enhorabuena por este maravilloso post que refleja una cruda realidad. Quedémonos con las personas auténticas, con los amores leales y reales. Hay que darle una patada a toda esa toxicidad que nos asfixia y no nos deja respirar.
Sin ruido.
Sin disfraces.
Sin mentiras.
Gracias por este maravilloso post.
Tu amiga y fan que te quiere.
Irina, guapa, que una persona como tú que ha conseguido transformar las emociones en palabras, con un blog tan brutal como «El Rincón de Floricienta» me dedique unos minutos y estas palabras, es un absoluto honor y un lujo!
Gracias, gracias y gracias.
Vivamos una vida sin miedos, sin ruidos, sin mentiras y sin disfraces.
Mil besos!
Maravilloso post, creo que todos hemos pasado por fases en la vida de querernos poco o querernos mal y nuestras relaciones se han visto reflejadas por ésto (carencia de amor). Cuando aprendemos a querernos las relaciones cambian y comenzamos a atraer a otro tipo de personas, incluso las relaciones familiares se transforman. Gracias por ñeste post, viene bien recordar y reflexionar sobre ésto, un abrazote
Muchísimas gracias por pasarte por aquí!! No sé tu nombre, solo me figura tu web! jeje
Todos pasamos por diferentes fases, la cuestión es justamente esa «pasarlas» y no quedarnos estancados en alguna de ellas.
Un fuerte abrazo!! 🙂
*__* no diré más que:!precioso, simplemente genial!
Muchísimas gracias Sara!! 🙂
Hola, te he conocido a través del rincón de Floricienta y me ha gustado tanto que me cuentas como nueva seguidora. Como son las cosas por un estupendo comentario de una amiga salen a la luz todas estas verdades, pero lo mejor han sido las conclusiones.Sólo puedo decirte buenas palabras. Besos
Muchísimas gracias Vicenta, es un placer tenerte por aquí.
Si, gracias a las conexiones que hacemos con los demás encontramos muchos momentos mágicos.
Besos!