Alguna vez (todos casi sin excepción) nos hemos convertido en aeropuertos: nos ponemos en marcha según una persona entre o salga de nuestras vidas.
¿Puede existir algo más doloroso? Priorizando la vida de otro antes que la tuya. Inconcebible.
Ante esas situaciones, nuestro cuerpo nos avisa: se nos cierra el estómago, no podemos comer, vivimos con una angustia constante en el pecho. Hasta respirar se nos hace un mundo, como si con cada bocanada de aire tragáramos espejos rotos (aquellos que reflejan nuestra realidad pero no queremos ver y nos van quebrando por dentro, nos despedazan).
Existen personas que no dan más de sí, es como pedir a un ladrillo que saque aceite, no se puede, ¡no se puede! No sabe valorarte, es inviable que lo haga.
Tan sencillo como eso y por más que hagas para que lo vea, en su escala de valores y prioridades no estás tú. Tú no eres su “persona café”, no le quitas el sueño: no le importas.
¿Por qué coño sigues insistiendo? Claro, porque con las idas y venidas, crees que realmente hay un interés. MENTIRA.
Se acuerda de ti cada cierto tiempo, cuando no quedan otras opciones (que realmente son las prioritarias) o cuando algo que tú tienes y pueda sacar de ti se convierte en la nueva prioridad. (En cualquiera de los casos, darte cuenta que eres esa segunda opción, constituye en tu mundo el más doloroso de los momentos). La duda sobre tu propia valía se quebranta: te traga la tierra, dudas de todas tus amistades, de tu gente cercana e incluso llegas hasta dudar de ti mismo. Eres las Z de todas las agendas de teléfono.
Ser una opción es una forma de desprecio.
No esperes que alguien con ceguera emocional te vea, no busques su autorización para vivir tu vida. No te quiere, solo te utiliza. No tiene nada que replantearse, tú tienes que cambiar de prioridad, te lo debes. No se puede pedir a quien solo sabe recibir.
No seas un inútil para ser aceptado por inútiles. No te rebajes, no te humilles, deja de arrastrarte como forma de vida a un lado. Seas quien seas, ¡brilla! Como una maldita bombilla de 100 watios. Deshazte de tanta mediocridad.
Cuando perdonamos a quien nos hace daño tratándonos como una opción (bajo su interés oportunista) le estamos diciendo sin palabras “puedes seguir haciéndome daño”.
La culpa no es del otro, es tuya por permitirlo.
Deja de poner puntos suspensivos, pon punto FINAL.
Y llegado ese momento de hastío, de aburrimiento, de hartazgo, de falta de lealtad emocional: es un cansancio que agota emocionalmente sin lugar a dudas.
Por ello debes vivir con la gente que sepa valorarte, que te da el lugar que mereces, que te pone en el centro, que te da espacio en sus vidas y no migajas de mala calidad: tú no debes tener tiempo para quien no te tome en serio, no puedes vivir dudando de ti y de lo que haces constantemente, debes seguir construyendo (lo que ya eres) con la gente que suma y no con la resta. Es impensable tratar con “personas excusa”, las cuales son aquellas que siempre tienen un drama en sus vidas por el que justifican su despectivo trato hacia ti.
Tú debes ser AHORA tu propia prioridad.
No encuentro el autor original de este texto, el cual me parece magistral para finalizar esta reflexión que he querido compartir contigo en forma de post:
«Aprendí que quien no te busca no te extraña y quien no te extraña, no te quiere. Que la vida decide quién entra en tu vida, pero tú decides quien se queda. Que la verdad duele una sola vez y la mentira duele para siempre. Por eso valora a quien te valora, y no trates como prioridad a quien te trata como una opción. Aprendí que grandes amigos pueden volverse grandes desconocidos y que desconocidos pueden volverse mejores amigos. Que nunca terminamos de conocer a una persona, que el «nunca más» nunca se cumple y que el «para siempre» siempre termina.»
Expulsar al delincuente emocional de tu vida: Esa es tu prioridad ahora.
Fotografía: @aaronleon_ph
Cuando compartimos, mejoramos todos.
#CompartirEsMejorqueCompetir
Ojalá averiguemos quién es el autor o autora, me ha dejado la piel de gallina, muchas gracias por compartirlo 🙂 Un abrazo
Muy bueno y cierto, esa lección la tengo bastante bien aprendida, te dejo algo mucho más sencillo,:
«No te enojes: Recuerda que la gente no te hace casas, la gente hace cosas y tú decides si te afectan o no».
¡Mil gracias por compartir tu opinión y pasarte por aquí a comentar!