Tal vez en Navidad es esa época en la que esperamos comprar “con regalos” el amor o la autoaceptación propia y de los demás. El cariño y la confianza no se compran desde el bolsillo; se obtienen desde el ser y el estar.
- Estar contigo coherentemente, donde lo que piensas y lo que haces están en sintonía.
- Ser y estar con los demás, pero de verdad, sin interferencias “móviles”.
- Estar en verdadera presencia, viviendo y sintiendo el tacto real de aquellos a los que quieres, sin que tengas que demostrar tu felicidad a los demás de manera constante. Cuando sientes de manera auténtica, no tienes la necesidad de demostrarlo. Vives.
- Ser y estar por y para los que verdaderamente están por y para ti. Aprender a desapegarnos de todos aquellos “vampiros” (como diría una amiga) que solo llegan de paso para dejarte vacío. Tú debes ser lo suficientemente fuerte y consciente para decidir alejarte de aquello que no te llena y solo te consume.
El brillo de este año en mis ojos me lo producen tantas cosas bonitas: todos aquellos momentos en los que me doy cuenta que estoy presente, que soy yo mismo con todos mis aciertos, también mis errores y fracasos, pero con una máxima: La verdad siempre gana.
Quizás, de las cosas que más me han llenado este año sea una la cual no pensé que me hiciera tanta falta.
Cuando me dijeron: TE CREO [palabras que sanan, sin duda alguna].
Ahora te lo digo a ti que estás al otro lado:
CREO en ti.
Feliz Navidad, feliz todo, feliz tú.
Cuando compartimos, mejoramos todos.
#CompartirEsMejorqueCompetir
*imagen: Ian Schneider
En nuestro marco cultural es difícil imaginarse La Navidad sin regalos, obsequios o algún detalle. Opino que obserquiar pensando en el otro es señal de empatía y generosidad. También puede ser un símbolo de altruismo: el de compartir. Pienso que si se regala, lo importante es la intención con la que se obsequia, sin que prevalezca el obsequio por encima de los vínculos interpersonales.