Me doy permiso, porque me toca, porque nos toca, porque ya toca.
– Me doy permiso para dejar de tener paciencia, pero no es que me haya vuelto un soberbio (que a veces también) sino porque el vaso se colmó, se derramó, llegó hasta el suelo y ahora mismo llega hasta la calle. Dejo de tener paciencia con gente desagradable, nefasta, tóxica, oscura, apática y que no quiere ver la vida en color, sólo en gris. Allá ellos, yo me doy permiso para ni verlos.
– Me doy permiso para dejar de abrir el agujero en el que uno se va metiendo a diario, colapsado de tareas, de obligaciones, de emails por responder, de whatsapp que contestar, de una visita “de cortesía” que hacer, de cumplir con la pareja, con el vecino, hasta con los que no conocemos tenemos que “cumplir”, al coño, me doy permiso para no hacerlo.
– Me doy permiso para dejar de tener voluntad (de la buena) con aquellos que no me quieren, que no me buscan (y ahora no me van a encontrar), que no me sonríen, que no saben ni darme los buenos días o las buenas noches.
– Me doy permiso para dejar de idealizar, para dejar de abrazar con fuerza a quién no me devuelve el abrazo, para dejar que me cuiden y olvidar a quien no lo hace, para no hablar con quién no tiene nada que hablar conmigo, para dejar de justificar lo que es mentira, para dejar de excusar a quién en realidad no es sincero.
– Me doy permiso para no vivir desde la falta de coherencia, de hipocresía, de la mediocridad, de la falsedad, de los «bienquedas», de la falta de personalidad, de los que les falta “un par” bien puestos. Me gusta la gente tolerante, pero no me gustan los extremistas. Los extremos nunca han sido buenos.
– Me doy permiso para no aguantar la falta de lealtad. ¡Me sale fatal llevarme bien con la gente que no es fiel de corazón! No hay nada más doloroso que alguien desleal.
– Me doy permiso para darle una patada en el culo a los que se acomodan, a los que sólo aparecen en las buenas y que en las malas ni se acuerdan, a los que sólo te necesitan cuando ellos “requieren” algo y cuando no “es que estoy tan full (si claro) que no puedo atenderte, mejor mañana”, un mañana que nunca llega.
– Me doy permiso para mandar al carajo a más de uno si es necesario, porque no puedo permitir que me hagan sentir pequeñito cuando todo ser humano es inmenso, todos merecemos, todos somos grandes, todos somos válidos.
– Me doy permiso para dejar de desgastarme y quedarme vacío por dentro, para dejar de querer al que no me valora, para dejar de ver al que no te mira a los ojos y te dice “te quiero”.
– Me doy permiso para dejar de regalar mi tiempo en aquello que no lo merece, en la gente que no es «verdadera», en lo que no viene devuelta, en lo que no se sostiene, en aquellos que nos esforzamos a querer cuando no nos quieren. Las personas son como son, tú eres como eres. Si no quieres, no cambias. Si no quieren, no cambian.
Todos tenemos alguien (un pepito grillo) que nos susurra al oído lo que es mejor para cada uno, ese alguien se llama “intuición”, date permiso para escucharlo.
Hoy, me doy permiso para escucharme.
Alexis, y no te olvides del permiso para seguir escribiendo y compartiéndolo con nosotros!! El post es genial!! Un saludo 😉
Gracias por tus palabras Jesús, y por ese guiño para «darnos» permiso para seguir!
Un abrazo!
Enhorabuena por este post!
Me gusta porque me siento identificado en el lado reivindicativo, pero también me reconozco en el otro lado, en el que hace que las otras personas se den permiso.
Algunas cosas que añadir a la lista de propósitos para el próximo años.
Saludos.
Muchísimas gracias Iván.
Todos tenemos un lado reivindicativo que tendríamos que sacar más a menudo, pero el lado de ayudar a que otros también aprendan a «darse permisos» es muy gratificante.
Un saludo amigo!!
Me tomo la libertad de hacer mia tu frase: me doy permiso.
gracias una vez más.
Hola Virginia, me alegra verte por aquí.
Claro que si, la frase es toda tuya, date permiso!
Feliz día! 🙂
Gracias por sus mensajes , me encantan
¡Mil gracias por compartir tu opinión y pasarte por aquí a comentar!
[…] No seas un inútil para ser aceptado por inútiles. No te rebajes, no te humilles, deja de arrastrarte como forma de vida a un lado. Seas quien seas, ¡brilla! Como una maldita bombilla de 100 watios. Deshazte de tanta mediocridad. […]