Cenizas.
Están las que quedan tras destruir todo a su paso: un incendio como le pasó la vivienda de un familiar hace unos meses, casas que quedan destrozadas y hay que reconstruir (con lo que quede o lo que falte), o por ejemplo bosques gigantescos de los cuales ya no queda ni una retama, en los cuales se deben plantar nuevos árboles y además protegerlos para que no vuelva a pasar.
Pero luego están las cenizas que quedan y que curan, las que sanan, las que purifican, las existen porque tienen que terminar con todo lo malo, para que puedas comenzar de nuevo. Aquellas cenizas sobre las que nos reconstruimos, más fuertes, más duros, más grandes, mejores.
Confío y sé que todos siempre tenemos la oportunidad de volver a empezar. Las veces que haga falta.
«Disfrutar del tiempo que nos toque vivir, del aquí y el ahora. No malgastarlo y hacer con él, algo valioso.»
Cuando las personas se sienten bien tratadas, responden del mismo modo; por el contrario, un comportamiento inadecuado suele desencadenar de forma directa o indirecta en un efecto negativo. Cuelga en la percha del olvido emociones como el rencor, la rabia o la envidia, hacen más daño al que las lleva encima, que al que van dirigidas. En cambio, perdonar sana y te libera de mochilas que no son tuyas, son suyas.
«No consentir jamás que te hagan sentir que no eres válido. Nadie puede hacerte sentir inferior sin tú consentimiento. Reclama lo que vales.»
Cuando compartimos, mejoramos todos.
#CompartirEsMejorqueCompetir